La evolución de la tusa, según Shakira

El otro día me encontré a Manguito, una amiga del colegio que no veía desde el concierto de Shakira en el 2018 en Bogotá.

La verdad es que yo, como cualquier colombiano promedio, siempre he sido MUY fan de Shak… pero Manguito más. (Y eso que se necesita mucho para reconocer que no eres el fan #1 cuando te sientes un fan #1).

El caso es que como si se tratara de alguien cercano a Shakira, le pregunté a mi amiga si creía que nuestra Shak realmente estaba entusada por todo lo que estaba pasando; ¡y nos hubieran visto hablando de ella como si la conociéramos de toda la vida!

Porque así lo sentimos, porque las canciones son ventanas del alma, porque las personas son canciones y porque las canciones son personas; y porque cuando un artista tiene álbumes y trayectoria, es como si en cada uno, nos contaran su propia historia.

Entonces, las dos llegamos a la conclusión que no; que seguramente en este momento de su vida Shakira ya no pensaría que “no sabe cómo vivir sin ese amor” (como en Antología); que definitivamente ya no se sentiría Bruta, Ciega, Sordomuda intentando enterrarlo en su memoria; que probablemente sí ha tenido días difíciles, ¡¡claro!!; pero la Shakira que debía buscar motivos que le hicieran creer que aún se encontraba con vida (como en Moscas en la Casa) o que pensaba que el mundo ya le daría igual como en Si te vas… había sido la Shakira que con los años, y pegando con amor propio los pedacitos de un corazón roto, había entendido que un día después de la tormenta siempre sale el sol.

Que las mujeres somos las de la intuición y que al veneno hay que decirle NO.

Una Shakira que ya no es la misma que lo espera sentada en la esquina de siempre, que le tiene que pedir que no vuelva más (No), porque de ahora en adelante avisa y anuncia cuando renuncia.

Una que no se conforma con el beso que el otro inventa cada día (Que me quedes tú), que no pierde la potencia de su voz por un amor (TÚ), que no cae en chantajes, que no piensa que es una tortura perderlo y que de tanto que ha tropezado, ya sabe cómo caer (Gitana).

Es que yo siempre he tenido la teoría de que las personas solo tenemos una gran tusa que nos blinda para siempre, porque después de uno ser capaz de salir de esa relación que parece no tener salida, o después de aceptar que “con lo que nos queda de nosotros ya no alcanza” con ese amor que es lo que más se ha querido en la vida; después de eso, ya no hay nada que pueda perforar tanto el alma.

(*Lo que más es una canción del álbum “Sale el sol” que se lanzó en el 2010, en la época en la que Shakira estaba terminando con su ex).

Por eso, yo no prefiero a la Shakira entusada.

La abrazo y me abrazo a mí dejando el alma en cada una de esas canciones; pero yo prefiero a la Shakira que ya no aplica el “aunque diga ya no más, es otra vez la misma historia” (ciega sordomuda).

Prefiero a la que se despide de Madrid las veces que sean necesarias, que es Gitana y que ya no compra filosofías baratas (Te felicito).

Esa que ya no se desgasta recordando que toda escoba nueva siempre barre bien (Si te vas), que tiene una loba en el armario con ganas de salir, y que lleva con ella un radar especial para localizar solteros, porque “ni tipos muy lindos, ni divos, ni niños ricos yo sé lo que quiero: pasarla muy bien y portarme muy mal en los brazos de algún caballero” (loba).

Atentamente, Ana Listas